miércoles, 20 de marzo de 2013

LA INCONGRUENCA ENTRE EL DECIR Y EL HACER


El pensamiento es tan variable como la vida misma, que no sabemos lo que nos depara el mañana, y así como hacemos planes o propósitos para el futuro, de improviso caen al suelo, como los pétalos de una rosa deshojada por el viento.
Así cuando las ideas se agolpan en nuestra mente, y conforman el pensamiento, que es el deseo de hacer una obra o realizar un proyecto, se deben examinar los factores que tenemos en pro o en contra y ver la factibilidad de transformar en realidad algo tan abstracto como es la intención de materializar en hechos una idea nacida de un deseo de ser.
Generalmente cada fin de año pensamos en mejorar nuestra persona, y expresamos una serie de compromisos, con el fin de ser, en teoría, excelentes ciudadanos, y al poco tiempo, rompemos nuestras promesas de ponernos a dieta, dejar de fumar, cambiar nuestra actitud, ser más humildes, generosos, etc. Y en esta forma nos dejamos vencer por la incongruencia entre el pensar y actuar.
Claro que hay excepciones, gentes con una férrea voluntad, que hacen realidad sus propósitos. Por cierto, que el pensamiento es sólo facultad del espíritu, es tan poderoso que puede cambiar el destino de una persona, de un pueblo, una nación y un mundo. Si se hace realidad.
De esta manera los grandes pensadores tuvieron la idea de la independencia y la libertad de los pueblos, que habían caído en las garras del colonialismo español en esta América muestra. En México inició la independencia Don Miguel Hidalgo y Costilla y demás héroes que registra la Historia. En Sudamérica Sandino, Bolívar, Sucre, etc. En Cuba, Martí. Todos ellos pusieron en práctica sus ideales, aterrizaron sus ideas, fueron congruentes con sus hechos.
Yo sé que es muy difícil ser esclavo de la palabra empeñada, del cumplimiento de las promesas, del sacrificio hasta la muerte por sus ideales. Sólo los hombres extraordinarios, como Jesús de Nazareth, que no pudo redimir a su pueblo con su ejemplo, fue capaz de tal sacrificio. Es mentira que la sangre de éste, ni de ningún otro mesías redima a nadie. En todas las guerras se ha derramado tanta, que si pudiera reunirse llegaría a la boca de los caballos, como dijo el profeta.
Por otra parte tenemos muchos ejemplos de falsarios de la verdad, que sería interminable nombrarlos. Pero voy a enumerar algunos, en la inteligencia de que hay muy honrosas excepciones: Los sacerdotes que no cumplen con el voto de castidad y no son representantes de Dios y menos los pederastas y pedófilos. Los novios que se juran amor eterno ante el altar y hasta la muerte y al poco tiempo se andan divorciando. Los políticos, que cambian de color y nunca usan el rojo vergüenza, y menos cumplen con sus promesas de campaña. Los enamorados que les dicen a sus novias y novios: “Siempre te amaré”. “Nunca te olvidaré” “Te querré más allá de la muerte”. “Demuéstrame que me quieres y me casaré contigo”, etc.

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