“NO HAY MAL QUE POR BIEN NO
VENGA”, reza un refrán popular. Todos los refranes son experiencias que se
transmiten a las nuevas generaciones, por parte del pueblo, de todos los
tiempos, que generalmente son desoídas por la juventud rebelde, a los
principios y reglas del buen vivir, porque en los jóvenes existe un marcado
amor propio inconveniente, que se transforma en soberbia, producto de una
juventud desorientada y mal comprendida.
Es en la adolescencia y en la
pubertad, donde se manifiesta un desequilibrio emocional, en donde los jóvenes acusan
cierta rebeldía hacia sus progenitores, que desean que sus hijos sean personas
que transiten por la senda del bien, y sean hombres y mujeres útiles a la
Sociedad, estudiando una carrera o profesión, y se ganen la estimación de
amigos y familiares.
Es como si fuera la vocacional de
la vida donde se decide que rumbo tomar, ya que se le ofertan una serie de
expectativas u opciones que optar, hacia el bien o hacia el mal, y en esta
disyuntiva se basa el destino del joven, que confirma que todos somos
arquitectos de nuestro propio destino, como afirmara Amado Nervo, que reiteró:
“cuando sembré rosales, coseché siempre rosas”. Por eso afirmamos que en este
trance de la vida humana, es la época más difícil del individuo, cuando deja de
ser niño para convertirse en hombre, transformándose en un ser independiente
hasta cierto punto. En el caso de la mujer, poéticamente podemos decir, que es
como la crisálida que se transforma en mariposa.
Y no es que el amor propio sea
inconveniente, al contrario, es un acicate, que nos obliga a superarnos, cuando
vemos a un compañero sobresalir en cualquier actividad. Es el deseo de ser
mejor que él. Eso no es reprochable, es un derecho que tenemos como seres
humanos. No, el amor propio inconveniente es creerse uno lo que no es, hacerse
superior a los demás, envidiar lo que otro ha logrado con su trabajo o
profesión, etc.
Por otra parte, para sacar bien
del mal, no es necesario escoger el camino de las drogas, del crimen, del
delito, para después de “tocar fondo”, decir: “Ya no lo vuelvo a hacer”. Esto
no tiene ningún mérito, es degradante para el individuo, aunque obtenga bien
del mal. No, lo ideal es enfrentarse con entereza y determinación, a lo que
llamamos avatares del destino, que no son otra cosa que fracasos y aciertos en
el transcurso de la vida, cuya causa tenemos que investigar, para no cometer los mismos errores, y
perfeccionar nuestro conocimiento y experiencia, que a final de cuentas se
transforman en SABIDURÍA.
El Bien y el Mal son necesarios
para lograr la superación humana. Siempre han existido no sólo en la Humanidad,
sino la misma Naturaleza nos somete al bienestar y a la adversidad, para que
templemos nuestra alma, para que busquemos la solución y evitar la destrucción
de nuestro patrimonio. Construimos viviendas resistentes a los huracanes, donde
son frecuentes estos fenómenos meteorológicos. En zonas sísmicas, se edifican
construcciones con bases sólidas y profundas que resistan los movimientos
oscilatorios de los terremotos. Se construyen diques, para evitar los embates
marinos, inundaciones, etc .
Todo ello nos deja una enseñanza,
que nos conduce a la Sabiduría, y se aprenden nuevas técnicas dentro de la
Ingeniería y otras ciencias correlativas.
Y recuerden ¿Sabio y sin Amor?.
No lo creas. El que sabe amar, es el que sabe más. Esta es una recomendación de
la E.M.E.C.U. ¿Por qué siempre cito a esta Escuela?. No porque sea fanático. Lo
hago porque es indebido apropiarme de estos conocimientos. Lo correcto es citar
la fuente de donde proviene la Sabiduría Espiritista.
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