Hace años, a
mediados de abril de 1973, por el Canal 8 de la Cd. De México, D.F., se
transmitió la noticia de que según investigaciones, llevadas a cabo por la
Fundación Internacional del Santo Sudario, con sede en Zurich, Suiza, y en
Londres, Inglaterra, Jesús no murió en la cruz, como se tiene por verdad.
El informe se
basa en el hecho, de que el lino de la sábana muestra manchas de sangre, y
éstas no pudieron producirse en un hombre sin vida.
Dicen las Escrituras,
que Jesús murió en la tarde del viernes 27 de marzo, después de ser clavado en
la cruz, pero de acuerdo a las nuevas investigaciones, se revela que no murió
al golpe de la lanza de Longinos, sino que al ser descendido, a pedido de José de
Arimatea, aún estaba con vida, al colocarlo en el sudario.
Los argumentos
en que se basa esta Fundación, y que fueron publicados, son los siguientes: 1º-Los
hombres de ciencia de la Iglesia, han confirmado que el sudario perteneció a
Jesús. Y 2º-Las manchas de sangre, en total 28, que aparecen en la sábana, no
pueden ser de un cadáver, ya que una persona muerta no puede sangrar en la
forma en que revelan las manchas.
Y
efectivamente Jesús no murió en el Monte Calvario, sino en la Kábala Secreta de
Jerusalén, 88 días después de su crucifixión.
En el libro
Filosofía Austera Racional, se describen los trágicos acontecimientos en que fue
ejecutado Jesús, siendo inocente de todos los cargos que se le imputaban.
“A las 12 del
día 27 de marzo del año 33, cortaban el aire los ecos de los martillos,
clavando a Jesús de pies y manos, y la cruz es levantada, con un grito de
horror.
“Una mujer,
pálida como la muerte, sube la cuesta y ya el Monte es un desierto. María se
abalanza con los brazos tendidos, y oye de Jesús: Mujer, he ahí tu hijo, ese es
el que ahora necesita de ti, era Jaime, hermano de Jesús.
María se
abraza a Jaime, y las mujeres con Juan y Pedro. Que llegó avergonzado y
abatido, rodea al grupo de Jaime y su madre, que los salpicaba la sangre que
corría por la cruz.
Jesús ha caído
em un desmayo, su espíritu ya no estaba ahí.
Se acercaban
las tres de la tarde, cuando llegó el soldado Longinos, y rasgó el pecho de
Jesús, para ayudarle a morir antes. Longinos no lo hizo con maldad y no miró al
clavar la lanza, y no hirió el corazón.
Jesús al sentir el dolor del desgarro, reaccionó
y exclamó: Hellí, Hellí, Padre, Padre, perdónalos que no saben lo que se hacen.
Arimatea, que
había pedido el cuerpo de Jesús, llegaba con los elementos necesarios para
descenderlo de la cruz y darle sepultura. En aquel momento el firmamento se
encapotó y ruidos subterráneos se oyeron, lo que alejó a todos los curiosos que
llegaban o merodeaban, y un terremoto hizo temblar el suelo.
Descienden a
Jesús, la guardia había huído espantada, y en su prejuicio corrían diciendo:
Verdaderamente es el hijo de Dios y nos castiga.
Arimatea
aprovecha aquella soledad, y viendo que Jesús vivía, encargó el silencio,
cierra el sepulcro (que era el suyo), encerrando ahí la sábana, que lo
recogiera de la cruz, manchada de sangre, y lleva al mártir a la Escuela
Esénica, lo curan y reacciona.
El secreto
sólo lo saben las mujeres, Pedro, Jaime, Juan, Arimatea y Nicodemo. La Escuela
y la Kábala toman sus disposiciones. En la noche del domingo han ido al
sepulcro, llevando algunas bebidas, de las que los guardias han tomado, (no es
extraño tratándose de soldados), y con el narcótico preparado duermen.
Los visitantes
levantan la losa y dejan la sábana dentro. A su tiempo los soldados sueñan,
según la sugestión del narcótico, viendo la resurrección, cuyo fenómeno puede y
lo hizo un espíritu materializado, y los soldados despiertan, y corren
asustados gritando: Ha resucitado, ha resucitado.
Jesús no
curaría, la Escuela representaría la ascensión como convenía, “para entero
castigo de los asesinos de Jesús y el pueblo; y si éstos (los sacerdotes),
tienen el valor de declarar los actos de magia, la Escuela y la Kábala
declararán la verdad, suceda lo que suceda”. Así quedó escrito en aquellos
archivos, que sólo en el siglo XVIII, dejó sacar dos copias, (no del todo
enteras, porque aún no era hora), las que están una en Berlín, y la otra en
Londres.
Esta es la
verdad de los hechos, y ya Jesús queda invisible para todos, menos para su
madre, Jaime su hermano y Juan. Jaime recibió todos los secretos, mandatos y
ayuda de la Kábala, y Jesús desencarna a los 88 días de su crucifixión,
correspondiendo al día 22 de junio de nuestros meses”. Su cuerpo fue sepultado
en la propia Kábala.
Extrañarán que
se nombre a un hermano de Jesús, pero lo que también ocultaron, fue que José y
María engendraron siete hijos, cuyos nombres son: Jesús, Efraín, José,
Elizabetta, Andrea, Ana y Jaime, pues con esto caen por tierra la inmaculada
concepción, el hijo de Dios engendrado por el Espíritu Santo y la virginidad de
la Gran María.