La importancia de la Mujer dentro
de la Sociedad, ha sido reconocida universalmente, ya transitan en todos los
ámbitos del quehacer humano, en lo económico, político, cultural, industrial,
académico, etc. Y se desenvuelve exitosamente, en cualquier profesión ya sea en
la medicina, la banca, el comercio, la abogacía, la investigación científica,
la arquitectura, etc., todo debido a la equidad de género, que ha sido
reconocida en la mayoría de los países del mundo.
Y pensar que la mujer ancestral,
era cazada como bestia salvaje por el hombre primitivo, que la sometía a
garrotazos, la fecundaba y la abandonaba a su suerte, y sólo ella sabía si sus
vástagos sobrevivían o sucumbían, en alguno de los muchos peligros que
acechaban a aquellos seres, que deambulaban ignorantes todavía de la misión
específica, que el destino y la providencia les había asignado, en cuanto se
refiere al sagrado papel de Madre proficua y amorosa.
No está por demás decir, que los
animales fueron los primeros maestros de nuestros ancestros. Veían como las
diferentes especies se agrupaban en manadas, y formaban una especie de núcleos,
capitaneados por el macho que los defendía y guiaba. De aquí sin duda, nació la
idea de congregarse en grupos familiares, hasta llegar a unirse en clanes,
tribus, pueblos, etc.
De aquí deducimos la grandeza de
la mujer, en su abnegado papel de MADRE, y más porque siempre ha sido sometida
por el hombre, que la esclavizó y confinó al hogar, al triste destino de
sirvienta, aparte del maltrato familiar. No tenía derecho alguno, todo su
destino estaba tácitamente circunscrito, a las cuatro paredes del hogar, a la
atención de los hijos, los quehaceres domésticos y demás obligaciones
inherentes a su condición femenina. Cuando se unían en matrimonio decía el
abuelo al nieto: “Recuerda que el hombre es el que manda, la mujer está para
obedecer, y tiene tres brincos: el primero te lo da a las corvas, de aquí te la
puedes quitar. El segundo te lo da a la cintura, de aquí todavía te la puedes quitar.
El tercero te lo da hasta el cuello, de aquí ni Dios te la puede quitar”.
También el poeta dijo: “Tú eres paloma para el nido, yo soy como león para el
combate”.
Como todo evoluciona, poco a poco
se fueron reconociendo y otorgando a la mujer sus derechos individuales. Aquí
en México fue hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando el Presidente Adolfo
Ruiz Cortines, concedió el voto a la mujer, cuando en otros países ya ocupaban
puestos públicos, más nunca la fémina ha dejado de luchar por sus ideales de
paridad con el hombre, hasta lograr la emancipación familiar, político,
cultural, profesional. Hoy puede la mujer sentirse orgullosa de sus conquistas
dentro de la Sociedad, al lograr la igualdad de género, su Día Internacional y
el reconocimiento a su verdadero valer como ser humano.
Pero de lo que debe sentirse más
orgullosa, es ser gestora de la vida, instrumento sublime de la procreación
humana, en una palabra su misión de MADRE. Podrá tener todos los defectos,
podrá tener todas las virtudes, pero su mayor gloria es parir un hijo, no
importa ser Madre Soltera, o abandonada por su pareja, o cualquier otra
circunstancia, si al final de su camino puede decirle al Padre Universal:
“MISION CUMPLIDA”.
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